quinta-feira, 31 de maio de 2012

Tratado orçamental é "um desastre completo"


O economista Silva Lopes disse que ficou "pasmado" por Passos Coelho ter alinhado com a "senhora Merkel" na recente cimeira europeia, contra aqueles que defendem uma aposta maior no crescimento económico.
"É preciso por um travão nisto, não podemos continuar desta maneira", insistindo apenas na austeridade, referiu durante uma conferência sobre o tema "Portugal e as crises económicas", promovida quarta-feira à noite pela Câmara Municipal do Porto.
Silva Lopes considerou que o tratado orçamental aprovado para os países da zona euro é uma "ideia sinistra" e vai ser "um desastre completo".
"Se os alemães não mudarem de política estamos arrumados", realçou, tendo depois desejado que François Hollande, o recém-eleito presidente francês, consiga "mudar" esta política.
Para este antigo governador do Banco de Portugal (1975-1980), "esta coisa de querer resolver os problemas da União Europeia (EU) só com austeridade não vai ser possível".
O economista defendeu que "a Grécia não aguenta" caso se mantenham as políticas orçamentais restritas que a UE, BCE e FMI lhe impuseram em troca de ajuda financeira.
(Notícia transcrita do site do Diário de Notícias)

domingo, 20 de maio de 2012

O Tempo e o Modo


Estou encantado com o ”O Tempo e o Modo”. Não, não me estou a referir à “revista de pensamento e acção” cujo 1º número saiu em Janeiro de 1963 e tinha como diretor António Alçada Baptista. Estou a referir-me a um programa de televisão. Para os mais distraídos digo que consiste numa série de onze programas, dos quais já foram transmitidos dois. Passam na RTP2 às quintas-feiras, às 23:30. Programa da autoria de Graça Castanheira. Cada programa é dedicado a uma personalidade. Já passaram os programas com Eduardo Galeano e com Laurie Anderson. Teremos ainda: Lucrecia Martel, Gonçalo M. Tavares, Suad Amiry, Karen Amstrong, Esther Duflo, Vandana Shiva, Braden Allenby, Martin Jacques e Lula da Silva.
Já li que são programas com entrevistas mas não estamos habituados a entrevistas deste tipo. A entrevistadora não se ouve nem se vê. O tempo de antena é todo da pessoa entrevistada. É esta a melhor crítica que se poderia fazer àquelas entrevistas em que as entrevistadoras (tipo Judite de Sousa) assumem o protagonismo, emitem opiniões, tentam “entalar” ou “apaparicar” - conforme as suas simpatias - a pessoa entrevistada.
O programa não é longo, tem a duração de meia hora. Poderia haver a tentação de nos ser servida meia hora cheia de palavras, cheia a abarrotar, para que o pouco tempo disponível fosse muito bem “aproveitado”. Pois não. O discurso direto é entermeado com saborosas imagens. Acima de tudo esses períodos, em que vemos imagens – no último programa eram imagens de Nova Iorque – concedem-nos o tempo para digerirmos as palavras ouvidas. Assim, os novos ouvidos não perdem o fôlego. Os tempos com e sem discurso direto são os adequados para que tanto as palavras como as imagens sejam bem saboreadas.
Graça Castanheira demonstra consideração pela personalidade convidada e por nós que vemos e ouvimos o seu programa.

"Federico en su balcón" de Carlos Fuentes

Un mural con el rostro de Carlos Fuentes / GETTY IMAGES
Do site do jornal "El País", "Las últimas palabras de Fuentes" de Winston Manrique Sabogal:

Sesenta y seis. Esos son los años que estuvo atrapado Carlos Fuentes por la verdadera pasión de la literatura. Sesenta y seis años que hay entre el descubrimiento que hizo de El conde de Montecristo, a la edad de 17 años, y la escritura de sus dos últimos libros: Personas y Federico en su balcón que dejó a los 83 años, antes de morir el 15 de mayo. El primero son unas memorias sobre los personajes que conoció y el segundo una novela en la que salda cuentas con Nietzsche.

No es solo el legado póstumo de uno de los escritores e intelectuales más relevantes del mundo hispanohablante del último medio siglo. “El significado de Federico en su balcón”, explica Pilar Reyes, editora de Alfaguara que publicará la novela a finales de año, “es que Fuentes nunca pensó que fuera el último. Pero ahora cobra una gran dimensión simbólica. Resume dos aspectos: el Fuentes ciudadano y el literario e intelectual. Es una reflexión sobre el poder y la decisión moral en las pequeñas cosas de la vida. Una especie de combate entre lo público o el poder que incide en la vida de todos y las decisiones pequeñas y privados”.
La novela empieza envuelta en la luz donde se encuentran la noche y el día, una “aurora lenta y despiadada”. Lo vive Dante Loredano, trasunto de Fuentes, que ve cómo en el balcón de al lado un hombre mira la noche “con un vasto sentimiento de ausencia”. Asomado a esa calle literaria de una ciudad que afronta una revolución social contra la oligarquía del poder económico y social, Carlos Fuentes traza el círculo de su vida.
De seguida, o início da novela "Federico en su balcón", da autoria de Carlos Fuentes:
I  De la paz el arcángel divino
Federico (1)

Lo conocí por casualidad. Era una noche más que caliente, pegajosa, enojosa, inquieta. Una de esas noches que no alivian el calor del día, sino que lo aumentan. Como si el día acumulase, hora tras hora, su propia temperatura sólo para soltarla, toda junta, al morir la tarde, entregársela, como una novia plomiza y mancillada, a la larga noche.
Salí de mi cuarto sin ventilación, esperando que el balcón me acordase un mínimo de frescura. Nada. La noche externa era más oscura que la interna. A pesar de todo, me dije, estar al aire libre pasada la medianoche es, acaso psicológicamente, más amable que encontrarse encerrado sobre una cama húmeda con el espectro de mi propio sudor; una almohada arrojada al piso; muebles de invierno; tapetes ralos; paredes cubiertas de un papel risible, pues mostraba escenas de Navidad y un Santaclós muerto de risa. No había baño. Una bacinica sonriente, un aguamanil con jarrón de agua –vacío–. Toallas viejas. Un jabón con grietas arrugado por los años.
Y el balcón.
Salí decidido a recibir un aire, si no fresco, al menos distinto del horno inmóvil de la recámara.
Salí y me distraje.
Y es que en el balcón de al lado, un hombre se apoyaba en el barandal y miraba intensamente a la gran avenida, despoblada a esta hora. Lo miré, con menos intensidad que su visión nocturna. No me devolvió la mirada ¿Quién sabe? Unas espesas cejas caían sobre sus párpados. ¿Qué decía? Unos bigotes largos y tupidos ocultaban su boca. Sólo que entre ambos –cejas, bigote– aparecía una desnudez que al principio juzgué impúdica, como si el solo hecho de ser áreas limpias las hiciese tan desnudas como un par de nalgas al aire. Lo limpio de ese rostro cubierto de cejas y bigotes conducía a una idea perversa de lo lampiño como lo impuro, sólo por ser distinto de la norma, pues la abundancia de cejas y bigote parecían, en este hombre, ser la regla.
Sólo que al verlo allí, en el balcón vecino, mirando a la noche con un vasto sentimiento de ausencia, sentí que mi primera impresión, como toda primera impresión, era falsa. Aún más: yo difamaba a este hombre; lo difamaba porque me atrevía a caracterizarlo sin conocerlo. Deducía de un par de signos externos lo que el hombre interno era. Mi vecino. ¿Cómo se llamaba? ¿Cuál era su ocupación? ¿Su estado civil? ¿Casado, soltero, viudo? ¿Tenía hijos? ¿Tenía amantes? ¿Qué lengua era la suya? ¿Qué había hecho para ser memorable? ¿O se resignaba, como la mayoría de todos, al olvido? ¿Se dejaba llevar por un cómodo anonimato de la cuna a la tumba, sin ninguna pretensión de durar o ser recordado? ¿O era este ser humano, mi vecino, portador de una vida secreta, valiosa por ser secreta, no manoseable por el mundo? ¿Una vida propia vestida de anonimato pero portadora, en su seno, de algo tan precioso, que mostrarlo lo disolvería?
Pensaba en mi vecino. En realidad, pensaba en mí mismo. Si estas preguntas venían a mi ánimo, ¿se referían al pensativo y ausente vecino? ¿O eran las preguntas sobre mí mismo que me hacía a mí mismo? Y de ser así, ¿por qué ahora, sólo ahora, en la distante compañía del hombre próximo, me hacía preguntas sobre él que en verdad era una manera de cuestionarme a mí mismo?
Mis preguntas fueron sorprendidas por el amanecer. De la noche que evadí en mi recámara, salí a una aurora que duraba más en mi memoria que en mi imaginación. ¿Era más breve que mi recuerdo? ¿Era más duradera que mi imaginación? Hubiese querido comunicarle estas preguntas, que no tenían respuesta solitaria, a mi vecino. La luz se avecinaba. Precedía al día. No lo aseguraba. Tuve, por un instante, la sensación de vivir un amanecer interminable en el que ni la noche ni el día volvían a manifestarse. Sólo ocurría esta incierta hora, que yo sabía pasajera, convertida en eternidad.
La jornada se avecinaba, renovada y ajena a nosotros. Vivos o muertos, estuviésemos o no aquí, despoblada la tierra y suficiente a su retorno eterno. Nada en el mundo salvo el mundo mismo. Ignoro si la tierra dejada a su propio circular, pensaría en sí misma, sabría que era “tierra”, entendería que era parte de un sistema planetario, y si el universo mismo dudaría entre ser infinito, idea inconcebible, sin principio ni fin. Otra realidad. La realidad.
Que en este momento era yo con mi vecino el bigotón, mirando el amanecer.
El eterno amanecer. La noción me llenó de pavor. Si el día no llegaba aunque la noche hubiese terminado, ¿en qué limbo de las horas quedaríamos suspensos para siempre? Quedaríamos. Mi vecino y yo. Quise adivinar su mirada, imprevisible debajo de las tupidas cejas. ¿Cerraba los ojos, dormitaba acaso, ajeno a mi presencia aguda aunque inquisitiva? O miraba, como yo, esta aurora lenta y despiadada. Sin piedad: ajena a nuestras vidas. Desinteresada en nuestra necesidad de contar con noche y día a fin de arreglar… ¿Qué cosa? ¿Necesitamos de verdad día y noche para despertar o asearnos, desayunar, salir al trabajo, frecuentar colegas y amigos, almorzar por segunda vez, leer, mirar al mundo, tener amores físicos, cenar, dormir? La vuelta impenitente –imperturbable– de nuestras vidas, dictada por un ciclo en todo ajeno a nuestros propósitos, en todo indiferente a nuestras actividades (o falta de ellas).
¿Tendría, yo, el valor de despojarme de horarios, funciones, deseos y someterme a un amanecer sin fin que me liberase de cualquier ocupación? Quizás así sería el paraíso: una aurora interminable que nos eximiese de toda obligación. Aunque, mirando al hombre silencioso en el balcón de al lado, imaginé que así, también, sería el infierno: un amanecer jamás concluido. Liberación. O esclavitud. Vivir para siempre en el amanecer del mundo. Cautiverio. O liberación. Ser un ave que sólo vive un día. O un águila eterna que vuela sin destino buscando lo que ya no existe: el día para volar, la noche para desaparecer. Ni siquiera un meteoro, a esta hora temprana, para hacernos creer que todo, muy pronto, se moverá…
Él me miró desde su balcón. Medio metro entre el suyo y el mío.
Me miró como se puede mirar a un extraño. Descubriendo, de súbito, a un reconocido. Quiero decir que el hombre mi vecino me miró primero como a un desconocido. Enseguida, descubrió una semejanza. Sus ojos me dijeron que si no me conocía, reconocía en mí una identidad olvidada. Yo hice un esfuerzo, no demasiado penoso.
¿Dónde había visto antes a este hombre?
¿Por qué me parecía tan familiar este desconocido? ¿Tan reconocible, por lo visto, como yo a él?
¿Ya leíste la prensa? –me preguntó de repente–.
No –le conteste, un poco sorprendido por el tuteo más que por la pregunta misma–.
Aarón Azar –dijo entonces, como si recordase lo previsible–.
¿Qué…? –exclamé o pregunté, no sé…–.
¿Lo mataron? ¿Logró huir? ¿Está escondido? ¿Lo escondieron? –las preguntas de mi vecino se disparaban como balas–.
No sé… –fue mi débil excusa–.
Por lo menos, ¿sabes si Dios ha muerto? –concluyó antes de retirarse del balcón–. ¿Qué sabes?
Nada ¿Cómo te llamas?
Federico. Federico Nietzsche

Las ficciones malignas


Crónica de Mario Vargas Llosa publicada hoje no jornal "EL País":
"Los seres humanos no pueden vivir sin ficciones —mentiras que parecen verdades y verdades que parecen mentiras— y gracias a esa necesidad existen creaciones tan hermosas como las bellas artes y la literatura, que hacen más llevadera y enriquecen la vida de las gentes. Pero existen ficciones benignas, como las que salieron de los pinceles de un Goya o de la pluma de un Cervantes, y malignas, que son aquellas que niegan su naturaleza subjetiva, ideal e irreal y se presentan como descripciones objetivas, científicas, de la realidad.
En los últimos tiempos hemos tenido muchas ocasiones de ver los efectos perniciosos que las ficciones malignas, difundidas por algunos gurús procedentes de la economía sobre todo, pueden tener sobre la vida social. La más reciente es la de Paul Krugman que, en su columna de The New York Times, acaba de anunciar un próximo “corralito” para la economía española, lo que acaso haya contribuido a acelerar la fuga de capitales y de ahorristas de España y que debe haber dejado estupefactos a buen número de sus admiradores que no habían advertido todavía que también los Premios Nobel de Economía, cuando se convierten en iconos mediáticos, dicen a veces tonterías. (Dicho sea entre paréntesis, los asustados por las profecías apocalípticas del profesor de Princeton harían mejor en creerle al presidente de Telefónica, César Alierta, quien acaba de afirmar de manera categórica que “España es un país solvente, tanto en el sector público como en el privado”. Tengo la seguridad absoluta de que el señor Alierta está mejor informado que el doctor Krugman sobre la salud económica de este país).
Una de las ficciones malignas que, desde la Edad Media, circula como un tópico, en la cultura europea es la de la decadencia de Occidente. En sus orígenes tenía un supuesto sostén religioso y apocalíptico: aquí tendría lugar el fin de los tiempos, de la historia, y ese final sería precedido por un largo período de anarquía y catástrofe, de matanzas, pestes, confusión y ruina. Luego, aquellas sombrías predicciones irían perdiendo sus acentos bíblicos y adoptando semblantes más realistas. Ya no serían los inescrutables designios de Dios, sino la insensatez y la locura de los propios europeos lo que precipitaría la ruina y el hundimiento de Occidente. Pero, la verdad es que, pese a las guerras, las epidemias, los genocidios y todas las formas de destrucción y de exterminio que ha debido padecer a lo largo de su historia, Europa, cuna de la cultura de la libertad, está aún viva y coleando, ha enterrado a las dos amenazas más poderosas de la democracia, el fascismo y el comunismo, y es la única región del planeta donde está en marcha la construcción de un gran proyecto de integración de naciones, sociedades, culturas, economías e instituciones bajo el signo de la legalidad y de la libertad.
La ficción maligna de moda es ahora la de proclamar el fracaso de la Unión Europea, este empeño gracias al cual Occidente ha vivido el más largo período de paz y convivencia de su historia y conseguido reducir al mínimo la existencia de regímenes antidemocráticos en su seno y en su periferia. Y, también, reducir la pobreza y elevar de manera significativa los niveles de vida del conjunto de la población. Cada día aparecen informes técnicos, análisis administrativos, prospecciones sociológicas y, sobre todo, peritajes económicos, demostrando la insolvencia del euro y su irremisible declinación, el fracaso del empeño en querer integrar economías avanzadas y sólidas con las de países precarios y subdesarrollados, y fantásticas estadísticas según las cuales la apertura de las fronteras en el interior de Europa ha disparado la inmigración ilegal, la delincuencia y abierto las puertas a los terroristas del integrismo islámico.
Probablemente estas ficciones malignas, resultantes de esa deriva sadomasoquista del encomiable espíritu crítico que ha caracterizado la mejor tradición de la cultura occidental, esté haciendo más daño a Europa que la grave crisis económica que enfrenta. En todo caso, ellas han favorecido el crecimiento de partidos extremistas, de izquierda y de derecha, que quieren acabar con Europa y regresar a los tiempos de las naciones ensimismadas. Ya no es imposible que lo consigan.
La crisis económica es, desde luego, muy seria y constituye una dura prueba para todos los países que conforman la Unión. Mucho más, por supuesto, para los que dilapidaron sus recursos de manera irresponsable y vivieron por encima de sus posibilidades recurriendo a créditos que ahora los ahogan. Pero la crisis es perfectamente superable, con los sacrificios necesarios, como ha demostrado Alemania —país al que, otra de las ficciones malignas de nuestro tiempo, enseña que debemos odiar por no permitir que siga la fiesta gastadora—, que fue capaz de resucitar a ese muerto que era, económicamente hablando, la República Democrática que debió asimilar, y que, además, gracias a su disciplina y realismo, ha conseguido ahora vencer la crisis y comenzado de nuevo a crecer.
La ficción maligna presenta a la señora Merkel como un ser insensible, para la que sólo cuentan los números, y con la idea perversa de que el crecimiento europeo sólo puede resultar del saneamiento fiscal y la reducción del gasto público, es decir, que difícilmente puede haber políticas expansionistas antes de poner la casa en orden. Y la ficción maligna añade que, felizmente, en el oscuro túnel de la decadencia de Europa, ha aparecido una luz salvadora. Se llama François Hollande y acaba de ganar las elecciones en Francia con una bandera clara, simple y generosa: lo primero no es la austeridad sino el crecimiento. ¡Bravo! ¡Eso es ser sensible a la injusticia del paro y la caída de los salarios! La estupidez es contagiosa, sobre todo en el dominio político, y lo extraordinario es que mucha gente perfectamente consciente del estado real de la economía europea, cree que la receta simplista y fantasiosa de Hollande, que le ha servido para ganar las elecciones, será también la columna vertebral de su política ahora que ha llegado al poder. El crecimiento económico como un acto de voluntad. Si es así, ¿por qué Grecia, Italia, Portugal, España no deciden crecer y lo hacen? Ah, por el espíritu egoísta, estrecho y mezquino de sus gobernantes y la maldad congénita del capitalismo. Si tuvieran un Hollande en el timón…
No ocurrirá como creen por la sencilla razón de que un enfermo no puede echarse a correr una maratón sin curarse antes, so pena de quedarse muerto en el camino. Y esa cura exige un período de tremendos sacrificios, que son más fáciles de soportar cuando se tiene la seguridad de que sólo a través de ellos se recuperará la salud y las energías. Francia es un país demasiado antiguo, experimentado y sabio como para que se suicide cediendo a esa tentación de lo imposible que ha llenado su cultura de tantas obras maestras. Más pronto que tarde, François Hollande y sus colaboradores tendrán que reconocer en público que no era tan sencillo como decían y pedirán valor y patriotismo al pueblo francés para seguir apretándose el cinturón. Vendrá entonces la decepción de los electores engañados, y, bueno, ya conocemos el resto de la historia.
Intentar lo imposible sólo da excelentes resultados en el mundo del arte y de la literatura; en el de la economía y la política sólo trae desastres. Y la prueba es la crisis que ahora vive Europa, y, en ella, principalmente, los países que gastaron más de lo que tenían, que construyeron Estados benefactores ejemplarmente generosos pero incapaces de financiar, que se endeudaron más allá de sus posibilidades sin imaginar que también la prosperidad tiene límites, que inflaron sus burocracias a extremos delirantes y ocultaron la verdad de la deudas y la inminencia de la crisis hasta el borde mismo del abismo por temor a la impopularidad. Todo eso tarde o temprano se paga y no hay manera de evitarlo.
Eso lo saben todos los gobernantes europeos, pero, entre ellos, sólo la canciller alemana se atreve a decirlo y a actuar en consecuencia. Con su aspecto de abadesa o madre de familia numerosa, la señora Merkel tiene un carácter de hierro y se mueve en las tempestades que rugen a su alrededor con una serenidad y un temple admirables. Es posible que las ficciones malignas acaben con su gobierno, pero, al menos, si es que así ocurre, podrá pasar a la oposición con la conciencia tranquila. En efecto, ella sí que ha dejado a su país mucho mejor de lo que lo encontró."

sábado, 19 de maio de 2012

Sim, Sr. Ministro

1. Miguel Relvas é o ministro do atual governo que tutela a comunicação social.
2. Miguel Relvas fez ameaças a uma jornalista do "Público", e repetiu essas ameaças perante uma editora do mesmo jornal.
3. Não ameçou com um processo por difamação mas sim que se determinada notícia fosse publicada revelaria factos da vida pessoal da jornalista e que promoveria um black-out de todos os ministros ao "Público".
4. Miguel Relvas negou que tivesse feito ameaças.
5. A notícia não foi publicada.
6. Miguel Relvas pediu desculpa por ter feito algo que tinha negado ter feito.
7. O "Público" só hoje publicou uma nota da direção e fê-lo porque outros (nomeadamente, o "Diário de Notícias" de ontem) tinham divulgado o assunto antes.

sexta-feira, 18 de maio de 2012

Pavilhão 2012 da Serpentine Gallery

"A cortiça portuguesa foi o elemento estruturante escolhido pelo gabinete de arquitetura Herzog & de Meuron e pelo artista plástico Ai Weiwei para o pavilhão da Serpentine Gallery, em Londres, na 12.ª edição do programa mundial de arquitetura.

A cortiça "surge como elemento estruturante desta obra icónica, cujo uso extensivo se justifica, segundo os arquitetos, pelas suas características", que a descrevem como um "material natural, com fortes mais-valias aos níveis do tato e do olfato, de grande versatilidade, o que permite que seja facilmente esculpido, cortado, moldado e formado".
"Apostando numa abordagem arqueológica, Herzog & de Meuron e Ai Weiwei conceberam um pavilhão que pretende inspirar os visitantes a olhar por baixo da superfície, para a sua estrutura.
O conceito deste projeto assenta num convite a um retrocesso no tempo, através do legado das onze edições anteriores desta iniciativa da Serpentine Gallery. Às 11 colunas que simbolizam cada pavilhão anterior, junta-se uma outra representativa da estrutura atual, que suporta uma plataforma flutuante, a uma distância do solo de apenas 1,5 metros", descreve o mesmo comunicado."
Notícia completa aqui.

quarta-feira, 16 de maio de 2012

Carlos Fuentes


Dois excertos do livro "Aquilo em que acredito", de Carlos Fuentes:
“O amor quer ser, durante o maior tempo possível, plenitude de prazer. É quando o desejo floresce por dentro e se prolonga nas mãos, nos dedos, nas coxas, nas cinturas, na carne erguida e na carne aberta, nas carícias e na pulsação ansiosa, no universo da pele amorosa, reduzidos os amantes ao encontro do mundo, às vozes que se nomeiam em silêncio, ao baptismo interno de todas as coisas.”
“Oxalá o leitor deste livro encontre as formas variadas do amor em cada capítulo do meu alfabeto pessoal. Há uma, contudo, que desejo realçar a fim de tê-la sempre presente. É a qualidade da atenção. O amor como atenção. Prestar atenção ao outro. Abrir-se à atenção. Porque a atenção extrema é a faculdade criadora e a sua condição é o amor.”

Morreu Carlos Fuentes

Sobre Carlos Fuentes, José Saramago escreveu em 14 de Outubro de 2008:

"O primeiro livro de Carlos Fuentes que li foi “Aura”. Embora não tenha voltado a ele, guardei até hoje (mais de quarenta anos passaram) a impressão de haver penetrado num mundo diferente de tudo o que conhecera até então, uma atmosfera composta de objectividade realista e de misteriosa magia, em que estes contrários, afinal mais aparentes que efectivos, se fundiam para criar no espírito do leitor uma envolvência em todos os aspectos singular. Não foram muitos os casos em que o encontro de um livro tenha deixado na minha memória uma tão intensa e perene lembrança.Não era um tempo em que as literaturas americanas (às do Sul me refiro) gozassem de um especial favor do público ilustrado. Fascinados desde gerações pelas lumières francesas, hoje empalidecidas, observávamos com certa displicência (a fingida displicência da ignorância que sofre por ter de reconhecer-se como tal) o que se ia fazendo para baixo do rio Grande e que, para agravar a situação, embora pudesse viajar com relativo à vontade a Espanha, mal se detinha em Portugal. Havia lacunas, livros que simplesmente não apareciam nas livrarias, e também a confrangedora falta de uma crítica competente que nos ajudasse a encontrar, no pouco que ia sendo posto ao nosso alcance, o muito de excelente que aquelas literaturas, lutando em muitos casos com dificuldades semelhantes, iam tenazmente elaborando. No fundo, talvez houvesse uma outra explicação: os livros viajavam pouco, mas nós ainda viajávamos menos. A minha primeira viagem ao México foi para participar, em Morelia, num congresso sobre a crónica. Não tive então tempo para visitar livrarias, mas já começara a frequentar com assiduidade a obra de Carlos Fuentes através, por exemplo, da leitura de livros fundamentais, como foram os casos de “La región más transparente” e “La muerte de Artemio Cruz”. Tornou-se-me claro que estava ali um escritor de altíssima categoria artística e de uma incomum riqueza conceptual. Mais tarde, um outro romance extraordinário, “Terra nostra”, rasgou-me novas perspectivas, e daí em diante, sem que seja necessário referir aqui outros títulos (salvo “El espejo enterrado”, livro de fundo, indispensável a um conhecimento sensível e consciente da América do Sul, como sempre preferi chamar-lhe), reconheci-me, definitivamente, como devoto admirador do autor de “Gringo Viego”. Conhecia já o escritor, faltava-me conhecer o homem.Agora, uma confissão. Não sou pessoa facilmente intimidável, muito pelo contrário, mas os meus primeiros contactos com Carlos Fuentes, em todo o caso sempre cordiais, como era lógico esperar de duas pessoas bem educadas, não foram fáceis, não por culpa dele, mas por uma espécie de resistência minha a aceitar com naturalidade o que em Carlos Fuentes era naturalíssimo, isto é, a sua forma de vestir. Todos sabemos que Fuentes veste bem, com elegância e bom gosto, a camisa sem uma ruga, as calças de vinco perfeito, mas, por ignotas razões, eu pensava que um escritor, especialmente se pertencia àquela parte do mundo, não deveria vestir assim. Engano meu. Afinal, Carlos Fuentes tornou compatível a maior exigência crítica, o maior rigor ético, que são os seus, com uma gravata bem escolhida. Não é pequena cousa, creiam-me."

segunda-feira, 14 de maio de 2012

Eduardo Galeano em discurso direto

Na passada quinta-feira (10 de maio), a RTP2 transmitiu o 1º programa da série "o tempo e o modo".  O programa consistiu numa entrevista a Eduardo Galeano. Podemos ver e ouvir o referido programa aqui.

Noel Rosa



Samba "Quem dá mais", composto por Noel Rosa pode ouvir-se aqui.

O uruguaio Eduardo Galeano (Montevideu, 1940) escreveu um livro ("Los hijos de los días") com a forma de calendário. A cada dia do ano corresponde uma história com distintas localizações no espaço e no tempo.

Para o dia 4 de maio escreveu “Mientras dure la noche”:

"En 1937 murió, a los veintiséis años, Noel Rosa.
Este músico de la noche de Río de Janeiro, que en vida conoció la playa sólo por fotos, escribió y cantó sambas en los bares de la ciudad que los canta todavía.
En uno de esos bares un amigo lo encontró, a la nocturna hora de las diez de la mañana.
Noel tarareaba una canción recién parida.
En la mesa había dos botellas. Una de cerveza y otra de aguardiente de caña.
El amigo sabía que la tuberculosis lo estaba matando. Noel le adivinó la preocupación en la cara, y se sintió obligado a dictarle una lección sobre las propiedades nutritivas de la cerveza. Señalando la botella sentenció:
–Esto alimenta más que un plato de buena comida.
 El amigo, no muy convencido, apuntó a la botella de caña:
¿Y esto?
Y Noel explicó:
–Es que no tiene gracia comer sin alguna cosita que acompañe."

quinta-feira, 10 de maio de 2012

Rafael Moneo

Foto de Gorka Lejarcegi
Ao saber que lhe tinha sido atribuído o Prémio Príncipe das Astúrias das Artes, Rafael Moneo declarou: "Cuando creía pasado mi turno, reconocen mi trabajo"
Notícias no site do jornal "El País":
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/05/09/actualidad/1336563827_576698.html
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/05/08/actualidad/1336507256_250140.html
Notícia no site do jornal Público:
"Moneo foi escolhido entre 39 candidaturas nas mais diversas áreas da arte, apresentadas por 25 países. Portugal concorreu com a pintora Paula Rego. Outro pintor, Jasper Jones, o designer Philippe Starck, a cantora mexicana Chavela Vargas, o Teatro Bolshoi e Frank Gehry, o arquitecto norte-americano que desenhou o Museu Guggenheim de Bilbau, também eram candidatos.

De acordo com a acta do júri, presidido pelo espanhol José Lladó y Fernández-Urrutia, Moneo foi escolhido por ser um arquitecto "dimensão universal, cuja obra enriquece os espaços urbanos com uma arquitectura serena e esmerada". "Mestre reconhecido no âmbito académico e profissional, Moneo deixa uma marca própria em cada uma das suas criações e, ao mesmo tempo, combina estética com funcionalidade, especialmente nos espaços interiores diáfanos que servem de enquadramento impecável para as grandes obras da cultura e do espírito", lê-se na acta.

Moneo, que também projectou o Museu Romano de Mérida e o famoso Kursaal – o auditório e centro de congressos em forma de cubo à beira-mar, em San Sebastián –, recebeu já alguns dos mais importantes prémios de arquitectura do mundo, incluindo o Pritzker, em 1996 (é o único espanhol a tê-lo), o Mies van der Rohe, de 2001, e o RIBA (Royal Institute of British Architects), em 2003.

Criado em 1981, o prémio que distingue os que contribuíram “de forma relevante para o património cultural da humanidade” volta assim a escolher um arquitecto, depois de Francisco Javier Sáenz de Oiza, Óscar Niemeyer, Santiago Calatrava e Norman Foster. Na edição do ano passado o prémio foi para o maestro Riccardo Muti. "

segunda-feira, 7 de maio de 2012

Aquela cativa...


Endechas a uma cativa com quem andava de amores na Índia, chamada Bárbara
Poema de Luis de Camões, Música de Zeca Afonso, Intérprete: Zeca Afonso (pode ouvir-se aqui)
Aquela cativa
que me tem cativo,

porque nela vivo

já não quer que viva.

Eu nunca vi rosa

em suaves molhos,

que para meus olhos

fosse mais fermosa.

Nem no campo flores,

nem no céu estrelas

me parecem belas

como os meus amores.

Rosto singular,

olhos sossegados,

pretos e cansados,

mas não de matar.

Uma graça viva,

que neles lhe mora,

para ser senhora

de quem é cativa.

Pretos os cabelos,

onde o povo vão

perde opinião

que os louros são belos.

Pretidão de Amor,

tão doce a figura,

que a neve lhe jura

que trocara a cor.

Leda mansidão,

que o siso acompanha;

bem parece estranha,

mas bárbara não.

Presença serena

que a tormenta amansa;

nela, enfim, descansa

toda a minha pena.

Esta é a cativa

que me tem cativo;

e, pois nela vivo,

é força que viva.

Quem poderá domar...


Canção tão simples (ouvir aqui)
Música: António Portugal; Letra: Manuel Alegre; Intérprete:
Adriano Correia de Oliveira;

Quem poderá domar os cavalos do vento
quem poderá domar este tropel
do pensamento
à flor da pele?

Quem poderá calar a voz do sino triste
que diz por dentro do que não se diz
a fúria em riste
do meu país?

Quem poderá proibir estas letras de chuva
que gota a gota escrevem nas vidraças
pátria viúva
a dor que passa?

Quem poderá prender os dedos farpas
que dentro da canção fazem das brisas
as armas harpas
que são precisas?

sábado, 5 de maio de 2012

Magistratura de influência

O Presidente da República preferiu esta sexta-feira não comentar a «corrida» dos portugueses às lojas do Pingo Doce, no dia 1 de maio, considerando que «não deve tomar posição» quanto «à decisão de uma empresa e dos consumidores que decidiram aproveitar a promoção».

Salientando que não teve a «oportunidade de ver as imagens», mas leu «o que aconteceu», Cavaco Silva disse, em conferência de imprensa em Cascais, que não está «em condições de comentar aquilo que ocorreu na corrida aos supermercados, até porque estão a decorrer investigações para saber se houve ou não alguma violação das normas legais»

(notícia no site tvi24)

Neoliberalismo

Escreve João Bosco Mota Amaral, no Expresso de hoje:
"A aplicação das doutrinas do neoliberalismo económico vai deixando atrás de si, por toda a Europa, um rasto de destruição e ruína, sem que se veja surgir, em compensação, o crescimento robusto prometido como fruto da renovada competitividade resultante do empobrecimento e da degradação da rede de proteção social."
Entretanto, diz Passos Coelho: "Habituem-se!"

quarta-feira, 2 de maio de 2012

José Mattoso

Foto de Clara Azevedo
"A sabedoria vive no labirinto do mundo contemporâneo justamente por se esconder sob muitas formas. É ignorada por muitos que julgam possuí-la. Acredita na eficácia dos pequenos passos. Confia mais na qualidade do que na quantidade. Confere o dom de superar a contradição (o céu e a terra, o bom e o mau, o forte e o fraco, o pequeno e o grande). Sabe esperar a sua vez. Permanece e multiplica-se de forma incompreensível. Ninguém sabe onde está o “fio de Ariadne”, mas os sábios acabam por encontrá-lo."
José Mattoso (no Jornal de Letras, Artes e Ideias de 2 de maio de 2012)